Lety Elvir



Lety Elvir nació en octubre de 1966, en la ciudad de San Pedro Sula, Honduras. Poeta, ensayista y narradora.


Mi noche oscura


A Dios que está en todas partes
desde mis siete cielos y mi noche oscura.


Llevo horas, siglos, siete vidas
queriendo decirte lo que mi alma sentía
al principio no sabía quién eras
no sabía cómo eras
mucho menos
si tendrías tiempo para escuchar
a esta ejemplar de la duda.
Pero hoy
he tomado la palabra
mi derecho a hablar:
en mi primera niñez te ignoré
bastaban juguetes, cariño, alimento
no recuerdo interesarme por tu existencia
ni saber dónde estabas
a propósito, ¿adónde andabas?
¿En Vietnam, con las Panteras Negras
en la Marcha Verde del Sahara
en el París de Mayo
en la Plaza de Tlatelolco
en la luna, luna de miel
de Yoko y Lennon
o en Bolivia
con Tania y Che Guevara?
Cuando aprendí a leer y escribir
me llevaron a la iglesia
inicié a conocerte
fue placentero amarte.
Poco a poco me enseñaron a temerte
-miedo, rechazo, huí sin avisarteeras
llamas, fuego calcinante
furia incontrolable, infierno incandescente
Saturno devorando a sus hijos.
Me dijeron que eras un señor
fuerte, celoso, intolerante y exigente
que arreglabas triunfos en las guerras
que enviabas pestes y miseria
a los pueblos no elegidos
o que no te habían elegido.
Parecías un político atroz.
Llegó la adolescencia
con ella, deducciones tan severas
como el dios agazapado
en el púlpito de la iglesia
que excomulgaba a la adúltera
que acechaba mis pasos, mis gestos
convertía en pecado mis rebeldías
tomaba apuntes de ellas en un libro clasificado
cual vil consejero, director de escuela
colegio o máximas casas de estudio.
Tenías el rostro de un policía perverso
de un jefe de escuadrón de la muerte.
Me ofuscaba el no entender
el abandono a tu hijo
mandarlo a la muerte
matar en su nombre
"la paga del pecado es muerte".
Eras el icono del peligro
adherido a una botella de químicos verdosos
a una torre de energía eléctrica
que yo hubiese deseado beber, tocar
pero tu calavera incitante me lo impedía.
Tu creación era un desastre
me habías hecho carne
y era prohibido sentir
me habías hecho mente
y era prohibido pensar
me habías dado voz
y era prohibido hablar
me habías dado discernimiento
y era prohibido elegir
me habías dado alma
y era prohibido explicarla
me habías dado vida
y era prohibido defenderla
me habías dado belleza
y era prohibido mostrarla
me habías dado sentimientos
y era prohibido expresarlos
me habías dado tierra
y era prohibido cultivarla
me habías hecho libre
y era prohibido soñar.
Tu creación era patética
y mi noche, la más oscura de mis noches.
Pero cuando se ha conocido el placer
ya no se puede volver atrás
más que para ir en pos de su deleite.
Volví, entonces, a la niña
que había iniciado a amarte
y como no pude expulsar
a los mercaderes del templo
"salí sin ser notada"
con mi costal de preguntas
a buscarte en otros lares.
Te dejaste ver en mi noche oscura
viniste a pacer en mi aposento
de humana ya no acorralada.
Te asomaste en la poesía
en la maga de rayuela y los cachorros
te encontré en la batalla diaria
en la celda fría, abrigo de piel de cucarachas
en la insurrección, muerte y resurrección.
Te he mirado a los ojos
en el niño de la calle con su bolsita de pega
en la carita pálida de la niña que sobra
en el coraje de la mujer del canasto en la cabeza
que pregona su estribillo de verdura y fruta fresca
en el aleteo de la mariposa mutilada
y en el vuelo de la fuerte multicolor
en los ojos grandes de mi madre
en la sonrisa de mi hija
en el gozo con mi amado
en los verdes de la montaña
en el trotar del caballo
en el mugir de la vaca
en el croar de las ranas
en los pecesitos del río
que mordisqueaban mis pies.
En el principio era el verbo
y el verbo se hizo carne
fui hecha a tu imagen y semejanza
eras hombre, eras mujer
eras ella, eras yo, eras él
eras don José en la prisión
encarcelado por rebelde y zapatero
eras la amiga, el compañero
que huía de la muerte
que asistía a la última cena en su morada
eras la embarazada
anhelando a su hijo
o dejándolo caer
eras el niño que nacía
y el que no pudo ser
-la frontera con la muerte
está en la misma dimensióneras
Dios de comprensión y ternura.
Me has mirado a los ojos
sabes muy bien
que no puedes esperar de mí lo contrario
siguen saltando en mi costal
preguntas inconfesables
interrogantes sin contestar.
Hasta cuándo
libros apócrifos, intolerancia
ríos de sangre, leyes injustas
mujeres violadas, botín de guerra
señores del mundo, señores de Afganistán.
Hasta cuándo
dejará de retozar ese camello
por el ojo de una aguja
y dará paso a los desterrados
a las mujeres, a los pobres
a tu reino, aquí en la tierra
ahora y en la hora, antes de la muerte.
Hasta cuándo
pondremos nuestra hora
para que cese el mercado de almas
y la humillación universal.
Sigo pensando a pie juntillas
que esta creación -la de unos cuantoses
un desastre, un arrebato
huele a putrefacción.
No necesito que me juzgues
acéptame amorosamente
como yo te aceptado, con tus montes, espesuras y riberas.
Por si acaso
te ruego, te suplico
no dejes de existir
no me quites lo que me has dado
no me dejes caer en la tentación
de perder este híbrido
cruce de ingenuidad, rebeldía y fe
con el que he aprendido a reconciliarme
con tu ser del todo y de la nada.
Amén.

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