Alejandra
a Pizarnik.
Alejandra,
¿por qué no te llevaste
también tus demonios?
¿por qué continuás
habitándome cada noche?
me traspasás toda
hasta el alma.
Te veo instalarte en mi
vomitar sobre el papel
las penas recicladas
que se escurren desde
el último fragmento tuyo
hasta mis dedos es como tenerte frente a frente saborear el dolor que de antiguo se ha hecho mi huésped. Ambas sabemos lo que duele el frío el olvido, lo injusto y asqueroso de este mundo el tedío de hacer el amor cada día con la tristeza ir por la vida desnudas completamente desnudas por culpa de este mundo o del destino que no nos dotó de ropas. vos comprendés cómo duele el viento en la piel las miradas sabés tan bien como yo del amor que nos vacía por dentro.
hasta mis dedos es como tenerte frente a frente saborear el dolor que de antiguo se ha hecho mi huésped. Ambas sabemos lo que duele el frío el olvido, lo injusto y asqueroso de este mundo el tedío de hacer el amor cada día con la tristeza ir por la vida desnudas completamente desnudas por culpa de este mundo o del destino que no nos dotó de ropas. vos comprendés cómo duele el viento en la piel las miradas sabés tan bien como yo del amor que nos vacía por dentro.
Continuás sentada
adentro mío
y escribís estos versos
que ahora mis dedos dibujan.
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