Fotografía de un domingo
"Así
se me cansaron las cosas,
los
recuerdos, el cuerpo, las ideas,
y
el amor pasó a ser una postal
que
no logro precisar en mi memoria
Desde
entonces, a ratos pienso
que
nada de lo acumulado ha sido mío
y
que “tener” es un verbo demasiado inmenso
del que tan sólo conozco sus orillas."
"Mi tristeza es mía, única,
egoísta,
con nadie quiero compartirlay a nadie hago responsable de ella."
Rosa Silverio
El sol de las dos de la
tarde se suicida en medio del silencio nocturnal de este domingo.
He guardado
mi alma en un lugar alto para evitar que el torrente de nostalgia la arrastre
hacia el vacío.
Apagué la televisión y
envié una carta al señor del noticiero pidiéndole que por favor se vaya de
vacaciones. Por la mañana, en la puerta de mi casa, regalé el diario a una
persona sin nombre que cruzaba la calle.
Cobarde, quizá, pero busco
paz.
Sólo sé que esa paz no está en la nota
periodística de cuatro o cinco asesinados más en alguna ciudad de este país que
sangra y tampoco está en el noticiero anunciando que los bombardeos en la
Franja de Gaza continúan. Mucho menos en la conversación forzada de dos
extraños que conocen sus rostros pero son incapaces de reconocer sus almas, que
llenan los espacios de palabras sin sentido por temor al silencio, que deambulan por los días salvando su alma de la soledad por miedo a
mirarse en el espejo.
Hay muy poca gente en
realidad y a mi solo se me ocurre decir silencio, exilio y hablar del sonido del viento que anima la
tarde. Veo a mí alrededor, no hay nadie.
Y con todo esto no quiero
decir tristeza, no.
La tristeza es otra cosa.
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