De la lluvia



"y cuando llovía me entraba el agua hasta el alma."
-Julio Cortázar.


Salí a la calle. Llovía. Me perdí entre la lluvia, entre la tranquilizadora música de las gotas sobre el pavimento.
A nadie le importa una lluvia cualquiera lavando la ciudad en una hora sin nombre. A nadie le importa una mujer sentada en una orilla de una calle cualquiera, absorta ante el milagro o la obviedad del cielo mojando la tierra.
Había buscado tanto este silencio. Deseé este exilio y esta claro obscura fotografía de la tarde. Busqué esta forma de dibujar mi rostro, de reconocer mi voz y olvidarla. De hacer del silencio el lenguaje de mis ojos, de purificarme de miedos y penas con la lluvia deslizándose por mi cuerpo.
Repasé tantas veces el festejo a esta hora cuando no existiera más que mi opaca silueta mal dibujada por la lluvia, en la orilla de una calle.
Sin necesidad de voces, de sombras. Limpia de fantasmas. Libre. Plena.
Enlisté las horas, los días, procurando no escribir más que mi nombre. Los meses, los años, desvistiendo la palabra soledad con luz de día para ver de cerca su encanto. 
Y estaba justo ahí, a esa hora, en esa calle, bajo la lluvia de una tarde de viernes, sin muertos, sin nombres, sin canciones, sólo el viento susurándome futuros al oído. 
Con una sonrisa en los labios saludando a la tristeza, dejando correr los recuerdos de alguna época que ya no existe. Vacía de rencores en contra de la nostalgia que me negó en algún tiempo los mejores paisajes de los días. 
La tarde y la lluvia se han ido. 
Es de noche y yo tengo las manos llenas de esperanza. Mañana, al despertar, seguiré caminando por estas calles, esperando que la lluvia me sorprenda nuevamente y me moje de olvido para continuar desaprendiendo la palabra pasado.

Heidy Alachán.

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